jueves, 20 de agosto de 2015

LA ESCASA JUVENTUD

Eran pasadas las 10 de la mañana y desde la ventana de la oficina donde trabajo a diario, se podía ver a dos niños que no llegan a los 16 años, sentados en un banco de plaza, frente a las hamacas donde juegan los chiquillos cuando salen del colegio. Gente, había por todos lados, los dos miraron a los costados y uno de ellos metió la mano al bolsillo, saco algo, armo y con un encendedor prendió un cigarro de marihuana recién hecho, desde la ventana de la oficina mi compañero y yo observábamos, como tosian con cada pitada, les hacia mal el humo, les picaba la garganta, pero no dejaban de fumar. Mi compañero, que no fuma ni tabaco me dice; miralos a estos pavos, les da un ataque de tos y siguen fumando porquería.
A esta altura de mi vida, no me voy a poner a dar un discurso sobre drogas, pero si puedo expresar mi opinión sobre chicos tan chiquitos fumando marihuana a las 10 de la mañana. Me generan una tristeza profunda, los niños a las 10 de la mañana toman yogur, comen pebetes, toman gaseosas, comen facturas, chocolate y todas esas cosas que las mamás llamamos porquería, no fuman marihuana. La marihuana quema las neuronas, contamina los pulmones, acorta la vida, te nubla la vista. Te saca de la realidad. Realidad que nos toca vivir y que podemos cambiar si no la nublamos.